Conducción 4×4 en barro
«Tan lento como sea posible y tan rápido como sea necesario». Esta máxima es uno de los consejos que los instructores de Land Rover no se cansan de repetir cuando se están desenvolviendo en zonas de barro.
Este elemento está considerado como la esencia del todo terreno, quizás en esto tenga mucho que ver el desaparecido Camel Trophy.
Pero, «esencias» aparte, es uno de los obstáculos más desagradables de los que nos podemos encontrar y una vez atascados en él se requieren las soluciones más duras y trabajosas para salir con éxito del apuro.
Si no os creéis esto es porque nunca lo habéis sufrido en vuestras propias carnes pero sólo tenéis que preguntar a cualquiera que haya tenido la desgracia de quedarse atascado y sufrido el duro trabajo de palear y escarbar durante horas para poder salir de la penosa situación en la que se ha encontrado.
El barro lo hemos clasificado en tres variantes según el estado en que lo encontramos: líquido, virgen y profundo. Antes de empezar a exponer técnicas de desatasco vamos a comentar algunas consideraciones previas. Lo más importante es no salir nunca solos al campo. Al menos iremos acompañados de otro 4×4 que hará las veces de vehículo de rescate cuando la ocasión así lo requiera.
Nunca cruzaremos una zona de barro a todo gas. No sabemos qué podemos encontrar en ella, y un hoyo, una zanja, o cualquier otro obstáculo, puede suponer una pérdida de control y hasta un vuelco.
Tampoco llevaremos nunca los dedos pulgares por dentro del aro del volante. Una piedra, rama o escalón que no hayamos visto puede provocar un brusco giro de la dirección y partirnos el dedo e incluso la muñeca.
Siempre que tengamos que utilizar material de desatasco usaremos guantes de seguridad para evitar heridas que pueden llegar a ser muy serias si estamos manipulando planchas, gatos hi-lift, cables, etc.
Barro líquido
Empezaremos tratando el barro líquido que es el más fácil de superar para ir poco a poco aumentando las dificultades y, como no, el trabajo que tendremos que realizar para superar este obstáculo tan sucio y desagradable.
El barro líquido es similar a una zona de agua, pero con la dificultad añadida de la falta de visibilidad, por lo que corremos el riesgo, cuando estamos dentro, de caer en una fosa oculta o tropezar con una roca invisible que nos puede causar mucho daño.
La técnica más apropiada es la de poner al copiloto por delante del vehículo para que, apoyado con un palo o rama bastante larga, pueda ir sondeando la profundidad del recorrido que tenemos previsto hacer.
El copiloto nunca deberá ir descalzo y su trabajo consistirá en tantear el recorrido previsto a todo lo largo y ancho.
El vehículo irá detrás, rodando muy lentamente en primera reductora. En caso de que el fondo sea muy blando y se corra el riesgo de dejar el 4×4 atascado, es importante contar con la presencia del otro vehículo y adentrarnos en el barrizal con los dos unidos por una eslinga lo suficientemente larga para no entorpecer los movimientos de uno y otro.
Si sentimos que el 4×4 va perdiendo fuerza y tiende a detenerse, el vehículo rescatador nos arrastrará de inmediato hacia atrás y nos sacará lo antes posible del barro líquido.
Tenemos que recordar que mientras el vehículo está en movimiento, el lodo casi no penetrará por ningún sitio pero que si nos quedamos parados dentro, este líquido, al igual que el agua, se nos colará por todos los resquicios y nos pondrá el interior del habitáculo realmente sucio y, lo que es peor, se introducirá en rodamientos, articulaciones de la suspensión, etc. haciendo bastante daño.
Una vez que terminemos la jornada, tendremos que dar un buen lavado integral al 4×4, principalmente por las zonas bajas para desalojar todo el lodo acumulado.
También es un buen sistema de limpieza para los bajos efectuar una vado con la suficiente profundidad en aguas limpias y hacer rodar al vehículo con cierta velocidad hacia delante y hacia atrás varias veces.
En ambos casos nos acordaremos de hacer un posterior engrase.
Barro virgen
Ya sabemos cómo debemos comportarnos en una zona de barro líquido, ahora complicamos la situación y nos adentramos en una zona de barro superficial, poco profundo, pero que es obstáculo suficiente como para parar el vehículo, o sacarlo del camino o no dejarnos subir, por ejemplo, una pendiente.
En esta ocasión, como norma general, tendremos que afrontar la situación en reductoras pero en segunda o tercera velocidad, esto dependerá de nuestro 4×4, para llevar la suficiente velocidad e impulso para atravesar la zona. Antes de comenzar, tendremos que decidir por que zona abordarlo con mayor éxito.
Lo primero, observaremos en qué lado es menos espesa la capa de barro (por ejemplo, si el barro procede de la ladera de un monte, que a causa de la lluvia se ha desplomado sobre el camino, la zona donde la capa será menos alta será la más alejada a la zona de desprendimiento, aunque también tendremos que valorar el riesgo potencial de que el vehículo deslice y se nos salga del camino por la zona exterior con la consiguiente caída en una cuneta o en un barranco).
Una vez decidido por cual de los lados atacamos la zona, lo haremos como hemos dicho al principio, o sea, en reductora y segunda o tercera velocidad.
Rodaremos sin dar golpes de acelerador, a velocidad constante, con el motor girando alegremente y sin dar volantazos ya que con esto lo único que se consigue es que la trasera del 4×4 vaya por fuera de las rodadas que hace la delantera ralentizando la marcha del 4×4 y haciéndonos dar bandazos a un lado y a otro.
Si hemos acertado en la elección del itinerario y de la velocidad engranada, pasaremos sin grandes sustos; si hemos errado en la elección de cualquiera de estos dos factores, el vehículo tenderá a detenerse.
Al sentir esto debemos dejar de acelerar, pisar el embrague y dejar que el 4×4 se detenga sin usar el freno. Una vez se ha detenido insertaremos la marcha atrás y retrocederemos, utilizando nuestras mismas rodadas, hasta el comienzo o hasta una zona menos profunda donde reiniciar el avance pero con algo más de velocidad.
Encontramos dos opciones que nos pueden suceder, la primera, la mejor, será que hayamos podido conseguir el suficiente impulso y bastante velocidad para conseguir salir del atolladero. La segunda será que necesitemos repetir el retroceso y el nuevo avance varias veces, marcándonos un camino a base de rodadas, antes de llegar la final del barrizal.
En todo este trabajo lo que nos queda por decir es que el segundo vehículo, el rescatador, permanecerá fuera de la zona hasta que el primero haya conseguido superarla en su totalidad ya que, aunque el método que aquí explicamos es bastante efectivo, no es infalible y en más de una ocasión nos hará falta el «tironcito» de ayuda que nos saque del aprieto.
Barro profundo
En estos barrizales lo usual es que encontremos rodadas hechas por vehículos, normalmente tractores agrícolas, que han pasado con anterioridad.
Las roderas que dejan estas máquinas suelen ser anchas y profundas aunque, nunca sabremos por qué, siempre hay una gran variedad de ellas. La técnica para atacar con éxito estas zonas dependerá de la dificultad que ofrezcan pero en general podemos resumirlas en dos alternativas: la primera, muy fácil y la ideal en este caso, sería encontrar unas roderas con el ancho suficiente como para que entraran las ruedas de nuestro vehículo y con el «lomo» (la parte central) no muy alto para que no nos rozará en los bajos. Pasaríamos sin problemas y «casi» sin detenernos, ya que la mayoría de las rodadas que atraviesan un barrizal nos llevan por buen camino hasta el final del mismo, aunque somos de la opinión de que siempre debemos rodar con precaución, y en estos tramos aún más, por lo que no descartamos un reconocimiento visual antes de empezar.
La segunda alternativa es que las rodadas sean distintas al ancho de vías de nuestro 4×4, lo más seguro, y tengamos que circular con un lado del mismo por encima de un «lomo» y el otro por el interior de una rodada.
El problema aquí en esta situación es mínimo, consistirá en rodar un poco inclinados, siempre y cuando la rodada por la que llevamos uno de los lados del 4×4 se mantenga estable, pero puede ocurrir que nos encontremos en la situación de que se vuelva mucho más profunda y el vehículo tenga tendencia al vuelco.
Aquí recordamos nuestra costumbre de poner en práctica con anterioridad el reconocimiento visual de la zona.
Si durante este reconocimiento encontramos hoyos o socavones en el itinerario que vamos eligiendo podemos cambiar éste o rellenar con piedras, preferiblemente planas y sin aristas, o ramas si no disponemos de éstas.
Una vez todo lo anterior controlado insertaremos la segunda o tercera velocidad en reductora y, sin prisas, atravesaremos la zona sin sobresaltos. Como en situaciones anteriores, el segundo vehículo permanecerá a la espera de que el primero haya finalizado con éxito el paso por el barrizal.
Técnicas erróneas
Hay que hacer algunas aclaraciones sobre algunas «técnicas» que no por populares son más acertadas. Nos referimos en primer lugar, para empezar por una cualquiera, a la de intentar pasar las zonas de barro con roderas manteniendo éstas entre las ruedas, es decir, rodando con ambas ruedas por los «lomos».
Esta forma de proceder sólo dará buen resultado si el barro está seco, ya que en caso contrario hará deslizar lateralmente el eje delantero o el trasero haciendo caer al vehículo en las rodadas quedando éste, con toda seguridad, atascado y atravesado al sentido de la marcha que llevábamos.
El trabajo que tendremos que realizar para sacarlo de este nuevo aprieto será superior al de poner en práctica la técnica correcta que hemos comentado con anterioridad.
También se puede dar el caso de que al caer en las rodadas, las que intentábamos evitar pasando por los «lomos», lo hagamos lateralmente con la grave consecuencia, si la rodada es lo suficientemente profunda, de que se nos vuelque el 4×4.
Otra de estas «técnicas» populares inciertas es la de circular por el interior de las rodadas con la dirección girada. (Alguien ha oído campanas y no sabe dónde). Con esta acción, además de molestar al avance del vehículo, ya que lo que intenta en vez de ir hacia delante es subir sobre la pared de la rodada, lo que conseguimos es llegar a una situación de descontrol cuando salimos del interior de la rodada porque lo hacemos con la dirección girada, con algo de velocidad; recordad que hay que llevar el motor girando alegremente, y sobre terreno resbaladizo.
Saldremos del interior de la rodada y se nos girará el vehículo violentamente haciéndonos perder el control y con posibilidades de que nos salgamos del camino cayendo por una cuesta o un barranco.
Si queremos mover la dirección hacia un lado y otro para lograr que las ruedas delanteras vayan mordiendo a un lado y otro las paredes interiores de la rodada por la que hemos decidido pasar, lo haremos suavemente dando golpes de volante hacia un lado y otro, subiendo y bajando las manos sin soltar el volante.
Los mejores consejos Casi siempre el mejor sistema y más rápido para sacar un vehículo de un atasco es el de engancharlo al segundo vehículo y dar unos tirones.
Es la primera técnica que debemos probar. Por lo tanto es imprescindible: No salir nunca solos al campo. Hay que ir acompañados de un segundo vehículo como mínimo. Hay que llevar siempre eslingas y grilletes suficientes y utilizar guantes de seguridad.
Los instructores de Land Rover también ofrecen gratuitamente este otro consejo «si no puedes salir…sal cavando». Es importante llevar algunas herramientas tipo pala y/o azadón.
Si se utilizan planchas de desatasco no debemos olvidar amarrarles un cabo. Después este cabo nos servirá de guía para encontrarlas e incluso si están muy enterradas podremos sacarlas tirando de ellas con el 4×4.
En caso de imposibilidad de sacar el vehículo por nuestro medios es mejor dejarlo solo, bien cerrado, y todos los componentes del grupo ir en el otro vehículo en busca de ayuda. Llevar siempre, sobre todo en época de frío y lluvias, ropa de abrigo e impermeables.
Es posible que tengamos que dejar el 4×4 atascado y tener que desplazarnos en el otro vehículo, o andando si hemos cometido la imprudencia de salir solos, hasta un cortijo o un pueblo que puede estar a varios kilómetros de distancia.
Por las mismas circunstancias anteriores hay que llevar siempre algo de comida y de bebida.
No perder nunca la calma ni el buen humor. Aunque nos parezca «el fin de mundo» la situación en la que estamos inmersos, sobre todo si está lloviendo y hace frío, es sólo una pequeña «aventurilla» a la que no estamos acostumbrados y por eso nos parece más grave de lo que realmente es.
Con calma y tomando las decisiones adecuadas tendremos un final feliz y posiblemente estaremos contando nuestra aventura a boca llena a todos nuestros amigos y conocidos durante los siguientes días.