En Revista 4x4 ponemos a prueba el Land Rover Freelander.

Prueba Todo Terreno Clásico: Land Rover Freelander TD4

Sinceramente y acostumbrado a los todoterrenos, mi primera toma de contacto con el Freelander fue más satisfactoria de lo que en un primer momento hubiese pensado.

Un interior cómodo, agradable, lujoso y que da la sensación de pertenecer a un vehículo de mayores dimensiones, es la primera sensación que encontramos en el puesto de conducción.

Todo a la mano, ergonómico y con un acabado, sobre todo en la versión 2004, capaz de ofrecer muy buenas sensaciones.

Puestos en marcha, la unidad probada con propulsor TD4 y caja de cambios automática, al principio se hace rara de manejar en el campo. Posiblemente sea por esa tendencia que muchos conductores tenemos al cambio manual, así que mejor recurrir a la posición que nos permite seleccionar las velocidades en orden ascendente y descendente, con lo cual se consigue un mejor y más preciso manejo del vehículo en las zonas más difíciles.

El propulsor TD4 se muestra alegre, y nos permite un comportamiento en pista realmente noble pudiendo realizar una conducción deportiva, no olvidemos que es una tracción integral permanente, sin notar tendencias raras de la carrocería en ningún momento, todo lo contrario, su bajo centro de gravedad, comparada con la de un 4×4, y el buen hacer de las suspensiones, nos permite forzar la marcha.

En barro superficial el comportamiento también es muy noble y divertido. A pesar de llevar las típicas ruedas para asfalto, la capacidad de tracción fue bastante aceptable. Pero no todo es tan bonito como parece, ya que cuando las rodadas se hicieron más profundas, el conducir se convirtió en un verdadero suplicio, ya que los golpes en los bajos eran constantes, y no es una experiencia nada agradable.

A la hora de subir, bajar, y afrontar zonas difíciles, hay que recurrir a la electrónica. Sinceramente, uno prefiere una reductora convencional de las que accionas con una palanca que muchas veces literalmente te da la vida y te permite salir de los obstáculos más inverosímiles.

En el caso del Freelander hay que accionar los famosos controles para la subida y bajada de pendientes. Si bien no es lo mismo, hay que reconocer te ayudan a salir de un apuro en un momento dado.

En resumidas cuentas, el Freelander, aunque no alcanza las prestaciones de un todoterreno, para una conducción off-road “razonable”, es decir, para ir de paseo un domingo con la familia, acceder a la finca, o desplazarse por carreteras de montaña donde nunca sabes lo que te puedes encontrar, es una buena opción. El acabado, el confort en orden de marcha, y una estética muy acertada, también son argumentos importantes a la hora de decidirse por este modelo.

Artículo publicado en el número 10 de la Revista Tracción 4×4.

El poco peso y la tracción 4x4 son buenos aliados del Freelander en zonas de baja adherencia.
El poco peso y la tracción 4×4 son buenos aliados del Freelander en zonas de baja adherencia.

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