Land Rover Range Rover Evoque TD4.
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Problemas Land Rover Range Rover Evoque

Sencillamente espectacular, con un acabado premium, una línea deportiva que enamora a primera vista, y unos detalles distintivos que no dejan indiferente a nadie, pero eso sí, con interminables problemas de motor capaces de desesperar hasta el mecánico más experimentado, así es el Range Rover Evoque, un SUV que protagoniza un buen número de historias en redes sociales y que se ha convertido en un claro representante del «quiero pero no puedo» a la hora de tener un vehículo de gama alta, ya que podemos adquirirlo por muy poco dinero en relación a lo que costaba nuevo aunque eso sí, hay que prepararse para visitar con asiduidad los talleres.

MOTOR INGENIUM 2.0 DIÉSEL.

Y buena parte de los problemas del Land Rover Range Rover Evoque, junto a los fallos en el sistema eléctrico, vienen del conocido motor Ingenium 2.0 Diésel I4, montado en los turismos Jaguar XE y Jaguar XF, y en los SUV, Jaguar F-Pace, y, Jaguar E-pace, y en los modelos Land Evoque, Discovery y Range Rover Velar.

En lo relativo al Land Rover Range Rover hasta 2015 montaban propulsores diésel de 2.2 litros de origen Ford, del que se han reportado menos problemas, el cual fue sustituido a partir de esta fecha, año 2015, por el motor 2.0 Ingenium Diésel de cuatro cilindros y sus variantes (204DTA, 204DTD y 204DTY todos con la misma estructura), empezando los problemas al estirarse y romperse las cadenas de distribución, lo cual, y según parece, fue corregido a partir de 2018.

El motor 2.0 diésel Ingenium está fabricado con un bloque motor en fundición de aluminio, como la práctica totalidad de los motores hoy en día, muy aligerado con el fin de conseguir una gran eficiencia energética y cumplir emisiones, con culata de aluminio de 16 válvulas y con la distribución situada al lado de la caja de cambios, encontrando el primer problema, la mala accesibilidad a la hora de tener que cambiarla.

En estos motores el tensor deja de actuar y la cadena se destensa con unos golpeteos especialmente en frío, problema que normalmente aparece con pocos kilómetros, entre 60.000 y 120.000, especialmente si el coche ha circulado mucho por ciudad y que poco a poco se va agravando pasando a sonar también en caliente.

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