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Preparación off-road del Freelander TD4, el Land Rover que no muerde, pero al que nadie le ladra

Los más veteranos en el mundo del 4×4 seguro que recuerdan la época en la que los todoterrenos lo eran de verdad, es decir, con reductora y preparados para las tareas industriales y comerciales más duras, y estamos hablando de vehículos como el Nissan Patrol, el Toyota Land Cruiser, el Land Rover Defender, o el Mitsubishi Montero, por citar algunos y sin olvidar los pequeñines pero peleones Suzuki Samurai o Lada Niva.

Posteriormente se irían popularizando los vehículos conocidos como «todocaminos» o SUV (Sport Utility Vehicle) que perdían buena parte de su capacidad off-road para ganar en comodidad en orden de marcha, aunque eso sí, incorporando eficaces sistemas de tracción a las cuatro ruedas que les permitían circular por ciudad o carretera, realizar desplazamientos por zonas de montaña sin importar las condiciones climáticas, e incluso aventurarse por pistas y carriles.

De esa generación de vehículos, que no se podían considerar todoterrenos, pero que sí tenían un toque aventurero y off-road, podemos destacar modelos como el Land Rover Freelander, el Daihatsu Terios, el Mitsubishi IO, el Toyota RAV-4, o el Honda CR-V, todos con una característica común, el disponer de tracción 4×4.

Actualmente estos vehículos están muy buscados en el mercado de ocasión, ya que gracias a su versatilidad, y con un mínimo de preparación, nos pueden dar muchas satisfacciones en el campo, y más con la actual legislación que impide prácticamente cualquier salida off-road, y tenemos que conformarnos con las dificultades que nos podamos encontrar en pistas y carriles, que en muchas ocasiones, y especialmente después de días de lluvia no son pocas por la presencia de agua y barro.

Land Rover Freelander en una zona de agua y barro.
Land Rover Freelander en una zona de agua y barro.

Uno de estos modelos, el Land Rover Freelander, ha sido el escogido por Antonio Pérez, mecánico de vehículos industriales de profesión y vecino del pueblo granadino de Torre Cardela, para realizar una interesante preparación off-road con la ayuda y consejos de los compañeros del Club Land Rover Freelander 4×4, del que es socio fundador, con el fin de sacar todo el potencial al vehículo de origen británico, que por aquellos entonces cuando se comercializaba estaba bajo la mano de BMW.

Para la preparación del vehículo, que partió de un modelo de cinco puertas con motorización diésel TD4, contó con un kit de elevación de tres centímetros, con el fin de mejorar la altura libre al suelo y poder alojar unas ruedas de mayores dimensiones. Esta medida suele ser la ideal para vehículos de estas características, ya que se consigue ganar unos valiosos centímetros sin forzar las transmisiones ni comprometer la estabilidad.

En un apartado tan importante como es el de los neumáticos, no hay que olvidar que el Land Rover Freelander no dispone de reductora y es imprescindible tener tracción en todo momento, recurrió a unos Insa Turbo Special Truck en medida 195/80 R15, que sustituyeron a los originales en medida 195/70 R15, es decir, mismo ancho, pero cuatro centímetros más altos.

Poco peso y ruedas de tacos, la combinación ideal para enfrentarse al barro.
Poco peso y ruedas de tacos, la combinación ideal del Land Rover Freelander para enfrentarse al barro.

La preparación básica la completó con la instalación de una toma de aire elevada con el objetivo de tomar aire limpio en la parte alta del coche cuando circule por zonas de polvo y evitar la entrada de agua en el motor a la hora de realizar vadeos, la incorporación de protectores de las ópticas delanteras, y la instalación de faros de largo alcance y antiniebla de Leds.

Ahora le toca a Antonio terminar la preparación del Land Rover Freelander con la instalación de un cubre-cárter, que proteja motor, caja de cambios y transmisión, una baca africana, y barras de leds en el techo para las etapas nocturnas.

Gracias a esta preparación básica y por muy poco dinero, eso sí, con muchas horas de trabajo y mucho cariño, se consigue rescatar del olvido a un vehículo que aún hoy en día puede dar muchas satisfacciones a sus propietarios, y tal y como el propio Antonio siempre nos comenta, el «Land Rover Freelander es el perro que no muerde, pero al que nadie le ladra…» y desde Revista 4×4 no lo dudamos, ya que gracias a estas preparaciones, y a estas iniciativas, conseguimos mantener vivo el mundo del todoterreno en estos tiempos de «electrificación».

Con una preparación básica el Land Rover Freelander se convierte en el aliado perfecto para las salidas al campo.
Con una preparación básica el Land Rover Freelander se convierte en el aliado perfecto para las salidas al campo.

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