Opel Frontera Sport.

Opel Frontera, el vehículo a medio camino entre el todoterreno y el SUV que revolucionó la marca alemana hace 30 años

Actualmente el parque automovilístico español ofrece una amplia oferta de vehículos tipo SUV. Todas las marcas disponen en su gama de un buen número de modelos distintos de este tipo de automóviles de todos los tamaños y motorizaciones, y hasta el que no ha pisado el campo con el coche en su vida, y posiblemente nunca lo hará, tiene uno.

Pero hace treinta años esto no era así. Solo había turismos para realizar trayectos cómodos por carretera y todoterrenos «puros y duros», cuyo uso era principalmente para el campo y con los que recorrer ciertas distancias en asfalto se convertía en un auténtico suplicio.

Opel consiguió revolucionar ese segmento del vehículo todoterreno presentando en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1991 su primer “vehículo recreacional” con tracción 4×4, el Opel Frontera, un vehículo que permitía recorrer largas distancias en asfalto casi con el mismo confort que un turismo al tiempo que se podía defender sin complejos en el campo cuando era necesario, mientras mostraba un diseño moderno y atractivo. Un auténtico todo en uno.

Opel Frontera Sport en los Montes de Málaga en un reportaje para Revista Local 4×4 en el año 1996.

Al principio fue en Alemania donde se asentó como superventas, posteriormente en 1993 el Frontera fue más allá de su propio nombre, rebasando las fronteras de toda Europa y convirtiéndose en el todoterreno más vendido del continente, llegando a matricularse 320.000 unidades, de las que todavía se ven algunas en circulación.

Los ingenieros encargados de su desarrollo lograron con éxito lo que inicialmente plantearon, reunir dentro de un coche estéticamente bonito, el confort de un turismo y la versatilidad en diferentes superficies. Y dieron con la tecla de nuevo al recibir la colaboración de Isuzu, socio de Opel en aquel momento y especialista en vehículos todo terreno, que incluyó su experiencia en el sistema de tracción total acumulada desde principios de los 80.

En su primera generación fue comercializado en dos versiones: el Frontera Sport de dos puertas, capota dura desmontable y batalla corta que incorporaba un motor gasolina de dos litros y desarrollaba 115 CV; y el Frontera de cinco puertas de mayor batalla, que montaba el motor del Opel Omega de 2,3 litros de gasolina (125 CV) o diésel, del mismo cubicaje (100 CV). Ambos disponían de caja manual de cinco relaciones y reductora, pudiendo incorporar opcionalmente un diferencial trasero de deslizamiento limitado. Contaban con chasis de largueros y travesaños que garantizan la máxima rigidez torsional durante los trayectos de conducción en campo.

La segunda generación del Frontera se desarrolló desde 1998, presentando nuevos diseños y mejoras en confort y seguridad. Con nuevos motores, el de acceso a la gama 2.2 litros, 16 válvulas gasolina cuatro cilindros (136 CV), el diésel de inyección directa de 2,2 litros DTI 16 V (115 CV), y otro más potente de 3,2 litros V6 (205 CV) gasolina, ganando en potencia y con una mayor estabilidad en carretera. La tracción se volvió electrónica y gracias a ello se podía alternar entre tracción total o delantera sin llegar a detenerse.

Aunque la fabricación del Frontera finalizó en 2003, su legado aún perdura. No solo en la búsqueda de unidades de ambas generaciones que se producen en el mercado de vehículos usados a día de hoy, llegando a estar bien cotizados, si no en que abrió las puertas a una nueva generación de vehículos a medio camino entre el todoterreno y el turismo.

Opel Frontera largo en las playas de Málaga en la década de los 90 (archivo Revista Local 4×4).

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